A la mujer que me ha dejado el corazón
herido, a la memoria de lo que siempre
te querré y he querido: tita Carmeli <3.
Hace ya más de un mes que te has ido, pero todavía no lo creo. Te veo en tu portal, en tu calle, en cada esquina o lugar... Incluso cuando voy al supermercado más lejano para allí dejar de verte, te veo. Te veo en cada sonrisa de mujer, en cada color de cabello que se asemeja al tuyo, al trigo, al dorado con el que últimamente peinabas la cumbre de tu ser, la cumbre que me hizo en el dolor caer con tu temprana partida. Te veo sin querer verte y mis ojos se humedecen porque, por más que quiera, por más que lo anhele, no eres tú la que camina frente a mí. No eres tú y no vas a hablarme con su habitual alegría. No eres tú y eso, como ya he dicho, duele.
Te veo en sueños y no sueños. Te veo como si estuvieras ahí, como si fueses tangible. Sin embargo, al parpadear, una bofetada me devuelve a la cruel realidad que me ha marcado tu ausencia. Esa realidad que me garantiza que ya no estás. Y ya no solo te veo, te escucho. Te escucho porque, a cada instante que te pienso, tu voz resuena cerca, en mi interior. Tu risa rebota entre las paredes de mi mente y la melancolía estruja mi corazón...
Lo malo ya se ha ido, pero tú también. Ya no habrá más una palabra que salga de tus labios, o un resentimiento. Ya no habrá una lucha interna para hacer que te sientas orgullosa de mí... Mis sentimientos y pensamientos serán desde ahora solo míos y del mundo que has dejado atrás. No habrá un mañana en el que pueda preguntarte lo que siempre he querido preguntarte...
Te veo de día y de noche. Te veo sin verte.
Te has marchado para no volver a un sitio en el que dicen que todo es placer. El cielo te ha acogido y, aunque el alma me has partido, sé que estarás con ellas, con él y conmigo.
TE QUIERO.
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Por María del Pino.
In memoriam a Carmeli del Pino.
