Tu mirada puede tratarse de un arma eterna, efímera o contradictoria. Puede ser un mundo o la nada. A través de ella, puedes desprender la frialdad de un universo contrapuesto o la dulzura de un paraíso inmortal y cercano.
Tu mirada puede ser una virtud. Con ella velas los sueños del que amas, o atormentas a quien en silencio, con ella, te daña. También, esta te delata o te ensombrece. Todo depende de como quieras a tu alrededor divisar, o de como te osen observar.
Los ojos pueden declarar tu odio más interno e intenso o tu amor más secreto, tu alegría más viva o tu tristeza más oculta. Un susurro puede irse por tus pupilas a modo de suspiro, o por ellos pueden derretirse varios corazones silenciosos y cautelosos.
Yo de tus luceros me encandilé y a ellos por siempre me amarré. Porque de tus ojos me hice dueña en la claridad del día y bajo tu mirada soy prisionera de tu amor. Porque te veo y me ves, porque, sin tu pretender, lanzaste sutiles y suaves caricias sobre mi piel.
Cariño, mientras duermes, te observo y te fundo con una tierna y pasional mirada. Y sé que, cuando despiertas, la unión de nuestras visiones espanta todo mal que se posa en el mundo. Tú y yo, juntos, destruimos el tiempo y nuestro alrededor, inventando así un nuevo e idílico lugar, perdiendo la humanidad y simplemente deseándonos, el uno al otro, mirar.
María del Pino.
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Por María del Pino.