Tormentos arraigados a lo más íntimo de mi alma. Miedo discordante que rozas la sinrazón. Aullidos afónicos y voces semiapagadas, nacidas de la nada, que adulteran la realidad... Catarsis deseada que nunca llega a su fin para saciar mi ansia, y mi opresiva ansiedad. Lamento de la vomitiva vorágine que escupe mi espíritu. Desgarrador y sobrecogido grito emitido por una ronca y desesperada voz que sólo escucho yo... Horror de las sombras opacas que me abruman en mitad de la noche. ¡Pavor al cuarto oscuro! que me persigue en pesadillas. Ascensor atorado entre planta y planta. Mi próxima salida del armario. Monstruos de las tinieblas que rondan mi habitación en la oscuridad, espectros de la luz de mi subconsciente. Vida evaporada ante la perdida del ser amado. Letargo ensombrecido por la ausencia de mi alma. Trágica despedida que tuvimos antes de tu adiós causado por mi cobardía, por no expresar lo que siento en realidad... Oscuridad que me impusieron desde niño al apagar la luz de la mesita de noche. Todo y más, parte de mi enemiga. Enemiga adherida a mí desde que nací. Fobia. Fobia. Fobia... ¡Lárgate de aquí ya!, y no me atormentes nunca más...
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Por María del Pino.