A veces, indignado por los problemas que se cruzan en mi camino, me paro y maldigo mi mala suerte. Entonces, tras una reflexión, con un cuchillo entre los dientes y armado de valor y decisión, continúo de nuevo por aquello que guía mis pasos en esta vida.
¡No podrás conmigo!, basto suelo de alambre que hundes tus resquicios punzantes en mis pies, haciéndolos sangrar, haciéndome sufrir... Veo que no te has dado cuenta de que por más obstáculos que me pongas o entre mi meta y yo interpongas, voy a seguir aquí, avanzando, pasando por el camino de mis años, salteando todo mal. Sé que mis abiertas heridas sanarán gracias a momentos donde un campo de rosas de un rostro afable decida cubrir tu dañino suelo con sus pétalos. Sé que me hará poder descansar y reponer fuerzas para lo que a ti, miserable camino de espinas, te he de aguantar.
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Firma: un guerrero de la vida.
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Por María del Pino.
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