El ladrón de almas

El ladrón de almas

martes, 12 de marzo de 2013

“Almas suspendidas”, de José Ferrandis Peiró, por María del Pino.



Un buen cocktail Molotov.





     La novela de José Ferrandis Peiró de la que hoy voy a hablar, “Almas suspendidas”, no solo cuenta la historia de un hombre que, arrastrado por la sociedad, se casa para después divorciarse por falta de amor, ni de la ilusión que atañe tener un hijo. No. La novela narra un conjunto de factores que van desarrollándose uno tras otro mientras esos sucesos antes mencionados transcurren.
     Lo primero que nos vamos a encontrar, es a un hombre tan sencillo como la vida misma. Con sus más y sus menos. Sus faltas, miedos y virtudes. La mayor virtud de la que goza el protagonista es la humanidad que Ferrandis le ha sabido otorgar, creándolo como un hombre apasionado, amante de la música, de la vida y de sus letras. Porque las canciones son eso, vida cantada, interpretada.

      Jaime, nuestro centro, se percata de que el amor no forma parte de su matrimonio recién iniciado y decide tomar cartas en el asunto antes de que todo vaya a peor y acaben odiándose. No obstante, su esposa le sorprende con una noticia inesperada. ¡Está embarazada! Ahí todo lo que tenía en mente cambia. Incluso, pese a la futura separación, se siente realmente feliz de saber que va a ser "papá". Con cierto egoísmo y miedo a que todo vaya mal mientras ella, Merche, está encinta, él decide seguir con su matrimonio hasta que el bebé nazca  (seguir sin decirle nada a ella, claro). Por un lado, para arroparla durante el embarazo y no darle disgustos. Por otro, para poder estar presente en su nacimiento. Tal vez, eso es una de las cosas humanas más complicadas. Un egoísmo extraño y sacrificado a su vez, puesto que al mismo tiempo que piensas en ti, piensas en que no quieres hacerle pasar un mal rato a la persona de la que te deseas alejar.

     Conforme la novela avanza, la tesitura cambia. Con el nacimiento del pequeño y esperado Miguel junto a un tiempo considerable, Jaime plantea el divorcio y se marcha de casa justo cuando está a punto de quedarse en el paro. En su andadura (antes de llegar a este punto), conoció a una ciber-amiga, con la cual, no quiso quedar en persona hasta estar totalmente libre por si le atraía. Desde este punto, los problemas económicos debido al paro, la manutención del hijo, el pago de recibos, la nueva casa y el sexo insaciable con esta nueva amiga se apoderan de la historia hasta  que, de repente, algo gira inesperadamente.

     A partir de aquí no contaré mucho más. Lo que sí puedo garantizar es que hay diversos cambios en la narración, la cual, pasa de verse envuelta por el sexo, a vivir una bonita "canción" de amor. Eso sin mentar la psicosis de un algo espectral que llega a inmiscuirse en la novela.

     ¿Existen los fantasmas? No lo sé, ni pretendo saberlo, pero una cosa sí es cierta, las últimas páginas de este libro, en concreto la últimas líneas, provocan escalofríos inquietantes. Y por eso mismo, desde aquí, animo al escritor a llevar acabo lo que se estaba planteando: una segunda parte.


     Es una historia emotiva, humana, realista, amena y… sexual, a la que, personalmente, catalogaría con varios rombos por sus detalles tan definidos sobre el acto en sí. Eso sí, algo que no suele gustarme descrito por un hombre (cuando lo hace tan detalladamente, claro), puedo asegurar que lo ha reflejado con delicadeza y elegancia, provocando el leve sonrojo y no la animadversión ante algo soez porque, este libro, amigos, no parece escrito por una persona sin sentimientos. No hay ningún vulgarismo a la hora de explicar las escenas de cama. Por el contrario, se aprecia el corazón que el escritor pone en cada una de las partes (desde la emotividad con la que habla a su hijo en un diario, hasta cuando se enamora de verdad y es dichoso).


Sencillamente, enhorabuena, José.

Ha sido un placer leer tu obra.


Gracias por enviármela firmada con tanto cariño.
Como petición personal: Escribe una segunda parte, los lectores y compañeros te agradeceremos seguir sabiendo qué ocurre a partir de ahí. Has dejado una nueva vereda abierta con diferente rumbo y posibles aventuras que las definan como: iguales y diferentes.

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Por María del Pino.